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  • Foto del escritorPaula Moreno

Si mi piel hablara

Mi bolsa de texturas

Los niños y niñas que han pasado por experiencias de trauma relacional pueden presentar dificultades a la hora de reconocer las emociones y por lo tanto regularlas. Cuando los apegos tempranos no fueron lo suficientemente seguros para co-regularlos, los niños y niñas no pueden dar cuenta de su mundo interno. El proceso de regulación emocional implica entonces pasar por varias etapas. Una de las primeras etapas consiste en ayudarl@s a descubrir las sensaciones físicas donde se apoyan sus emociones. Ampliar este vocabulario sensitivo es primordial.


Les ofrezco entonces una “bolsita que siente”. Esta bolsita contiene diferentes objetos con diferentes texturas. Puedo poner dentro de ella piedritas, esponjas, virulanas, lija, algodón, telas, botones, limas de uñas, slimes, etc. Les propongo que cerremos los ojos, si es que sienten que no es peligroso, y juguemos a meter la mano en la bolsita y tomar un objeto. Tenemos que jugar a no mirarlo y simplemente sentir. Voy guiando el recorrido del objeto ofreciendo un abanico de posibles sensaciones. Tal vez ese objeto se sienta en la mano o en la piel como algo que pincha, o que raspa, o tal vez es suave, liso, rugoso, pesado, frío, tibio, ondulado, etc. Les pido que noten si esa sensación genera alguna reacción en su mente o en su cuerpo. Algunas niñas y niños suelen expresar si les es agradable o no. Otros evocan algún recuerdo o tratan de adivinar el objeto.


Jugamos a sostener esa sensación y notar cómo es sostenerla. Cómo reaccionan otras partes del cuerpo. Si llegara a aparecer un recuerdo traumático podemos abordarlo en ese momento o dejarlo en nuestro contenedor hasta la próxima vez que nos veamos.

Much@s niñ@s traumatizad@s desarrollan una hiper o hipo sensibilidad en su piel producto de la falta de cuidados en su temprana infancia. La integración de la cenestésica es fundamental a la hora de regular las emociones.


Esos objetos que pongo en la bolsita tienen también olores y sonidos. Incorporar estos sentidos es esencial. Si el niño o la niña ha padecido de un entorno donde todo era gritos o llanto, o no hubo palabras que calmaran sus estados, o los tonos de voz eran muy fuertes, necesitará regular también lo auditivo. Lo mismo ocurre con el olfato, donde pueden mostrar temores o asco, tal vez asociado a algún recuerdo traumático.

Nuestra bolsita del sentir permite entonces darle la bienvenida de una manera amorosa y cuidada a esta primera etapa de la regulación emocional.


Descubrir nuestro interior texturado

Si nos conectamos con nuestros sentidos para comenzar a ensayar la regulación fisiológica, podemos ponerlos sobre la mesa.


Una muy buena estrategia es llevar esos objetos del sentir olores, el observar con la mirada e incluso el gusto en una manta de tela o papel. Una vez que están allí los recorremos de una manera más segura. Podemos ir sacando o poniendo objetos del sentir de manera que nos ayude a estar internamente más calmos. Tal vez un objeto con determinado aroma no va bien cerca de la textura suave, y prefiero ponerlo cerca de lo que pincha. Puedo agregar a los costaditos de mi collage en 3D algún recuerdo, pensamiento e incluso pueden aparecer emociones.


Podemos jugar a sentir en la piel ese mapa de texturas y vestir mi cuerpo. Así integro esta estrategia con el cuerpo narrado pero de mis propios sentires. Es posible que descubra alguna parte del cuerpo que necesita cierta textura para calmarse o cierto aroma o color.

Las posibilidades son infinitas y el abanico de la regulación fisiológica también.

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