Poder ofrecer a los niños la posibilidad de sentirse con coraje para mirar a su interior requiere de nuestra creatividad y flexibilidad. Existen arquetipos que nos pueden dar las herramientas para llevarlo a cabo.
Pase algunos meses pensando cual podría ser el vehículo de la fortaleza; la amorosidad; el cuidado; la libertad y el coraje. Que a su vez tuviera un elemento que permitiera detectar el propio sufrimiento y el del otro. Y así nació el dragón Amaru. Amaru pide unas antenas que registran nuestro dolor y el de los demás y el fuego sagrado que transmite todas sus virtudes. Amaru es un guardián del amor y de la compasión.
Pero es indispensable que le pida ayuda a algunos amigos como el títere del cerebro. Ya que el tiene las respuestas de los sistemas que se nos encienden a cada paso de nuestra vida: la calma; la motivación y la alarma. 
Y cada vez que esa alarma lleva palabras de maltrato hacia nosotros....Amaru expande su suave y tibio fuego de amor para con cada uno de nosotros.

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Les cuento la historia de Amaru:

En las lejanas tierras de los magos y las brujas y los trolls vivía hace mucho tiempo el dragon más corajudo de todos los tiempos. Amaru. 
Sus mágicos poderes le permitían contagiar coraje; fortaleza; libertad y amor s todos los que tocaba con su suave fuego.  Era el único capaz de lanzar por su boca un fuego lleno de amor y bondad.
Este guardián estaba cansado de que las personas se trataran mal. No entendía las luchas de los caballeros armados. Y mucho menos que quisieran deshacerse de él. 
Se divertía mucho cuando les soplaba con su nariz un poco de humo de bondad a los guerreros y sus armaduras se derretían en el piso. O cuando sus espadas se convertían en zanahorias o sus escudos se evaporaban como nubes negras. 
Amaru tenía un gran sueño y cuando los dragones sueñan; tienen el poder de hacerlo realidad. 
Tocaría con su fuego sagrado a cada niño y a cada persona que no se sintiera querido y le contagiaría estas virtudes: coraje, bondad, fortaleza, libertad y amor.
Así podrían guardarlos en sus almas y en sus corazones y desde allí contagiar a todo el mundo entero. Y así lo hizo.