Microtramas de regulación: cuando lo mínimo funda una posibilidad de cambio.
- Paula Moreno
- hace 5 horas
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Hay experiencias que no entran en los grandes relatos, ni en los diagnósticos, ni en las curvas del progreso terapéutico. Hay movimientos microscópicos —apenas un aire que cambia de dirección, un parpadeo que se alarga, una mano que deja de apretar o un silencio que se hace tibio— que no figuran en las fichas clínicas pero que transforman, de manera silenciosa, la vida interna de quienes han sido heridos.
A estos instantes yo los llamo microtramas de regulación: pequeñas escenas afectivas que se enhebran dentro de la sesión, casi sin que nadie lo advierta, y que abren un espacio donde el sistema nervioso puede descansar y confiar un segundo más que antes. Son mínimas, pero no menores; breves, pero no efímeras. Cuando uno aprende a mirarlas, descubre que allí ocurre el inicio de una exploración profunda.
Un hilo que reorganiza la tela
El trauma, sobre todo el relacional y el temprano, deja la sensación de que la trama de la vida está rota. Los hilos no coinciden, las puntadas están separadas, los colores no alcanzan. En estos pacientes, sobre todo en los niños, lo que está dañado es la capacidad del cuerpo de anticipar seguridad, de sentir un “hogar dentro”.
En ese contexto, una microtrama de regulación es como un hilo nuevo que aparece en la tela que estamos bordando. No repara por sí misma toda la tela, pero señala un sentido, inaugura una dirección posible. Es una coordenada de orientación. Muchas veces, es lo primero que se recompone.
Cómo se forma una microtrama
Una microtrama no es una técnica ni un protocolo; es una secuencia afectiva con tres movimientos:
1. Algo en el cuerpo afloja
A veces es el niño que deja caer un hombro, la adolescente que mira un segundo más, el adulto que suspira después de semanas de no poder respirar hondo. No es un insight; es un permiso. Un gesto diminuto que dice: “acá puedo bajar un poco la guardia”.
Algunas personas lo describen así: “sentí algo como si se destrabara. Es una sensación en el cuerpo, no puedo explicarlo con palabras”
2. Algo en el vínculo se vuelve accesible
Puede ser la voz que se suaviza, un ritmo compartido, un gesto de humor, una mirada, un objeto que circula en sesión. No dura más de unos segundos, pero contiene algo del orden de lo espeso en cuanto a lo afectivo: alguien me mira sin juzgarme, alguien me acompaña sin exigirme.
Recuerdo una niña que entró a sesión con un helado. Ese día estaba particularmente distraída. El helado daba vueltas entre sus manos. Me pidió un plato para apoyarlo y con mucha tranquilidad me dijo que ella nunca tenía tiempo, ni para tomar un helado. Le propuse que tomara el helado cómo quisiera y que podíamos detenernos en esa actividad. Me pidió una cucharita y comenzó a revolver el helado que se derretía y a comer lo derretido con la cuchara. La niña sonriendo dijo: Es la primera vez que le siento gusto a la frutilla.
También recuerdo una mujer que había comenzado a elaborar la violencia que había recibido por parte del padre de sus hijos. En una sesión mientras hablábamos de algunos recuerdos dolorosos, se queda sin pestañar mirando mi cabello. Me dice que no sabe muy bien que pasó dentro de ella pero que se sintió serena. Me dice que siempre había creído que el cabello oscuro no era de su agrado (color de cabello de su esposo), pero que cuando vio ese día el mío, no se sintió mal. En esta microtrama es que nos pusimos a explorar. Esa sesión fue maravillosa para profundizar en las varias capas que tuvo y tiene para ella la violencia vivida.
3. Algo en el sistema nervioso se reorganiza
El cambio tal vez sea micro fisiológico: un freno vagal que aparece, un tono muscular que cede, una mano que descansa. Algo pequeño se empieza a sentir como seguro, como si estuviera en el hogar. Es allí donde comienza el camino hacia una intervención eficaz.
Las microtramas desafían la lógica del trauma: "nada cambia, todo abruma, no se siente nada, nadie te mira”. El paciente que creció en medio de la desregulación y el caos, no confía en los signos de seguridad, pero puede empezar a hacerlo con esos suspiros de tregua. Tal vez notar que el cuerpo se apoya distinto, que hay una mirada diferente que lo recibe, un aroma suave.
El trauma se inscribe en lo implícito, en esas experiencias que a veces cuesta describir porque son parte de una relación insegura, por eso es que vamos a intervenir desde lo mirco.
A su vez estas microtramas son una brújula clínica:
¿Dónde apareció una mínima señal de calma?
¿Qué gesto fue distinto?
¿En qué momento el cuerpo dijo “si”?
¿En qué momento el paciente respiró sin miedo?
Tal vez se necesiten muchas microtramas para lograr algún cambio, sin embargo, hay algo del orden de lo orgánico que puede aparecer en el paciente. Allí podemos hacer una intervención más amplia.
Nuestro objetivo será identificar, ampliar, consolidar y bordar estas microtramas hasta generar una base sólida de confianza. La posibilidad de generar condiciones para que estas microtramas aparezcan, es igual de importante. Como así también buscar esas microtramas en el cuerpo e ir integrándolo con el trabajo terapéutico que se viene desarrollando.
Una mujer que venía a terapia con desconfianza en el proceso, descubrió que una silla del consultorio era más cómoda que otra. El ritual de acomodar esa silla de manera tal que las dos podamos mirarnos de frente, consistió para esa paciente, una microtrama. Cuando traje esta observación, pudimos hablar de la falta de flexibilidad o no y cómo eso operaba en el vínculo terapéutico.
Aquí se desprende otra parte importante del proceso de las microtramas: consolidarlas como huellas corporales accesibles y favorecer que el paciente las reconozca y las reproduzca en su vida diaria.
La propuesta puede consistir en
Observar cambios corporales sutiles: exhalación más larga, leve descenso de hombros, mirada más estable, un movimiento más armónico del cuerpo, microgestos durante un juego.
Registrar clima vincular: segundos de contacto visual suave, pausas no tensas, inicio de humor o ternura.
Detectar reorganización mínima: orientación más abierta, tono muscular que disminuye, voz más fluida.
Recordemos que estas microtramas pueden verse facilitadas con el apoyo de ciertos elementos que colaboren con la seguridad del ambiente: luz suave, objetos sensoriales (telas, piedras, goma eva, bolsa de texturas).
Otro facilitador será la disponibilidad corporal del propio terapeuta: uso de su voz, disposición corporal abierta, gestos amables, movimientos del cuerpo que no sean bruscos, mirada suave.
Puede ser de gran ayuda los comentarios que apuntan a sobresaltar estas microtramas: comentarios breves de reconocimiento (“te veo haciendo un esfuerzo ahí”, “notá cómo tu cuerpo te acompaña en este momento”), silencios, humor, ajustes corporales de ambos.
En algún momento podemos ofrecer la ampliación de estas microtramas: Podemos explorar con el paciente si puede quedarse en esa microtrama un rato más, si puede observar su cuerpo cuando realiza esto último. Es una manera muy sutil de ampliar la ventana de tolerancia emocional, conductual y fisiológica.
Existe la posibilidad de utilizar más adelante esta microtrama como recurso positivo donde apoyarse. Ya sea que haya que trabajar con un recuerdo traumático o bien para regularse en la vida cotidiana.
Microtramas y arte
Existe la posibilidad de ayudar al paciente a notar esa microtrama y representarla con diferentes materiales, trazos, texturas o ritmos.
Se puede invitar a dialogar desde esa microtrama con alguna poesía o con un cuento.
La obra realizada puede servir como anclaje en el día a día del paciente.

Esta niña buscó en un collage agrupar microtramas de la sesión. Dijo que cuando sintió esa calma en el cuerpo se parecía a cuando aparecían estas cosas en su vida: una empanada, su casa nueva, la canción preferida.

Este niño dibujó un suspiro de calma como microtrama.
Una propuesta interesante será encontrar microtramas vinculares con su familia.
Si bien en este escrito no voy a explayarme en este punto, considero que este aprendizaje es un recurso que necesita ser compartido con las personas que rodean al paciente.
Cuando ayudamos a los pacientes a encontrar estos descansos en la vida cotidiana, lo que estamos generando es una plataforma para que su sitema de calma sea cada vez más denso, espeso, vasto. Esta herramienta es fundamental para que el paciente note cuándo no se siente en calma o seguro y recurrir a estos microtramas para sostenerse.
Es fundamental que el terapeuta pueda haber practicado él mismo en esta búsqueda. Es una exploración muy profunda que involucra al cuerpo y a la mente. Pero especialmente al cuerpo.
Cuando ofrecemos una poesía o un cuento, por ejemplo, tambien podemos encontrar esas microtramas. La extrañeza en forma de sorpresa que un verso o una imagen puede provocarnos, son microtramas.
Generar las condiciones para estar atentos a estas microtramas es parte de nuestro trabajo diario.
Les comparto una microtrama en forma de microrelato:
- ¿Estás segura que funciona?
- La fórmula dice: agitar tres veces, pensar fuerte un deseo, espolvorear.
Nadie más las encontró.
Paula Moreno.
Publicado en el libro Breve, 2025. Ed. Camalote