El río de la nostalgia: Una mirada con el corazón
- Paula Moreno
- hace 6 días
- 7 Min. de lectura
Esa mañana me encontraba sentada en mi escritorio. La ventana que tengo enfrente deja entrar el sol. Es una hora perfectamente hermosa. El rayito cálido se deslizó sobre las hojas del libro que estaba leyendo. Sentí en mi cuerpo una sensación conocida, como un temblor en la boca del estómago. Era agradable. Recordé que era el mes de julio y que muchos niños están de vacaciones de invierno. Recordé las vacaciones en familia cuando mis hijos eran chicos (ahora ya son jóvenes adultos). Las salidas al teatro, las obras de títeres, el frío del invierno que nos hacía compañía en una plaza.
Claramente lo que sentí fue nostalgia.
Decidí experimentar con esta emoción y explorarla un poco más.
Nostalgia es una palabra cuya etimología proviene del griego antiguo: “nóstos”: significa “regreso o retorno” y “álgos”, que significa “dolor o sufrimiento”. Cierto dolor o sufrimiento por el regreso o la ausencia de algo o alguien. Se utilizó esta palabra por primera vez en el siglo XVII para describir un sentimiento de añoranza o melancolía por el pasado o por un lugar lejano.
Quién no recuerda la frase: “todo tiempo pasado fue mejor”.
Parece ser que el término fue evolucionando y se extendió a esa añoranza por cualquier cosa que se considere perdida o irrecuperable, como recuerdos, experiencias o períodos de la vida.
Si alguno me preguntara ¿qué ingrediente la constituyen? Respondería: una pizca de tristeza, otra pizca de anhelo, un poco de melancolía y un chorrito de alegría mansa.
Al explorar este sentimiento, pensé que es una emoción que tiene mala reputación. Algunos pensarán que es un sentimiento que sobreviene con la edad o que nos hace sufrir como dice su etimología.
Sin embargo, me encontré que al proponer en la clínica mirar con lupa este sentimiento, sobrevenía una poderosa manera de crear recursos.
Es verdad que no podemos dejar de asociarla con el pasado. Como también que puede sobrevenir en momentos de duelo, en transiciones de vida, en personas que han emigrado.
También es fácil reconocer que se le asocia un sentido de confort, calidez y consuelo, que puede ser un estímulo para la creatividad y un gran recordatorio del presente.
Es una aliada fantástica en la poesía, la música, el cine y a nivel social puede ir de la mano con la identidad y la conexión entre personas.
A nivel neurobiológico, sabemos que se activa la memoria autobiográfica, donde estructuras cerebrales como el hipocampo (esencial en el almacenamiento y recuperación de recuerdos), la corteza frontal medial (evaluación emocional de los recuerdos) y la corteza cingulada posterior (activa en la reflexión sobre uno mismo y la memoria del pasado), se pongan en juego.
También están en juego la amígdala al procesar la carga emocional de los recuerdos y la ínsula que ayuda a integrar las emociones con las sensaciones corporales. Por último, la nostalgia puede provocar la liberación de dopamina cuando los recuerdos son gratos, sustancia asociada al placer. Como también la serotonina que se asocia a la regulación del estado de ánimo.
Todo esto significa que tenemos un potencial precioso de trabajo con la NOSTALGIA.
¿Alguna vez se les había ocurrido llamar a la nostalgia para instalar un recurso? Esta idea me inspiró para llevarlo adelante en las consultas con mis pacientes.
Un paciente hombre de unos 50 años estaba recientemente mudado a Italia proveniente de su país de origen Nicaragua. En una sesión me dice que extraña mucho su casa y sus objetos (había tenido que dejarlos en su país). Le pedía si para la próxima sesión podía recrear alguno de ellos con lo que tenía en su poder, o tal vez fotos. Así lo hizo. Fuimos recorriendo los objetos que no eran los mismos, pero se asemejaban, trayendo anécdotas que los bordeaban.
Le pedí si podía disponerlos de alguna manera que formaran una unidad que para él tuviera sentido. Dispuso cada objeto a partir de una hilera que estaba conectada con el centro de su cuerpo y se abría como una flor con otros objetos ubicados como ramas de un árbol.
En esa sesión, este hombre pudo empezar a llorar por su migración y empezar a elaborar ese duelo. También reconoció su fortaleza al tomar la decisión de emigrar y lo resiliente que hay en él.

Esta niña tenía 7 años al momento de la consulta. Había sido separada de su familia de origen por malos tratos. Fue adoptada por una familia recientemente. La niña no toleraba que su madre adoptiva la abrazara.
Trabajamos juntas sobre lo que le traía nostalgia de su madre biológica. Pudo descubrir que eran los abrazos de esa mamá. Poco a poco fue aprendiendo a sentir desde estas nuevas formas de acariciar. Practicamos con la textura de una crema.
Pudo decirle a su madre adoptiva esto, sin temor a que se enojara. Invitamos a la mamá adoptiva para que pudieran juntas acercarse con las caricias.
Este ejemplo es precioso para notar cómo podemos pendular con la nostalgia para volver al presente. Si ayudamos a los pacientes en esta habilidad dual, puede ser un recurso fascinante.
¿Puede ocurrir que si invocamos a la nostalgia aparezca algún recuerdo perturbador?
Sí, es posible. Entonces tendremos una oportunidad para sanar ese recuerdo.
Esta niña estaba evocando un recuerdo que la nostalgia la llevó a visitar. Es una niña que vive con sus abuelos ya que su madre está rehabilitándose por consumo de drogas. La niña me contaba cómo le gustaba que su madre le contara historias graciosas. Decía que ella las inventaba y que le hacían mucha gracia.
Cuando estaba recordando esto, su cara hizo una mueca. Le pedí que dibujara lo que había aparecido.

Me dijo que se confundía cada vez que el recuerdo lindo de su mamá se mezclaba con las veces que llegaba la policía a la casa y se la llevaba.
Decidimos entonces trabajar desde EMDR para reprocesar este recuerdo traumático.

Poco a poco la confusión fue cediendo. Pudo diferenciar esos dos momentos y retomar con el trabajo en el presente.
La nostalgia puede ayudarnos a encontrar una fortaleza que ha permanecido “dormida” dentro nuestro.

Cree una caja que tiene distintos objetos con texturas variadas. Suelo jugar con ella, pidiendo que, si es posible cierren los ojos, y elijan un objeto por la textura. Una vez que lo eligieron pido que busquen un recuerdo que les de nostalgia. En algunas oportunidades tenemos que definir juntos la nostalgia. Algunos pueden identificarla por la reciente película de Intensamente dos.
Les pido que noten en su cuerpo cómo se siente esa emoción y que me cuenten esa experiencia.
Una niña tomó una llave. Me dijo que le hacía acordar a su abuela que siempre iba con el llavero en la mano. Le pedí si podía contarme algunas historias con esa abuela.
La niña me contó que una vez, la abuela, le había mostrado cómo en su patio había plantas que tenían unos ojitos detrás de las hojas.
Le dije que ese día su abuela le había enseñado a contemplar. Y desde ese día cada vez que comenzamos una sesión, nos contamos qué contemplamos en la semana.
Una herramienta muy necesaria en el trabajo con personas que han sido traumatizadas, es el enraizamiento y a partir de allí poder diferenciar entre el pasado y el presente.
Este niño había sido adoptado por una familia a los 10 años. Había estado viviendo en un hogar de tránsito durante cuatro años. Cuando vivía con su familia de origen, tuvo que vivir en la calle y juntaba cartones con su caballo para ganar dinero.
El niño me dice que extraña mucho a su caballo. Le expliqué que podíamos acercarnos a la emoción de la nostalgia para explorar cómo era.
Le pedí si podía dibujar a su caballo.

Luego le dije si podía cerrar los ojos y describirme cómo estaba su cuerpo. Me dijo que sentía el pecho más grande y que su boca sonreía.
Lo invité a visitar su presente. Juntos pudimos ver todo lo que hoy tenía, una nueva mascota a quien querer. Me dijo que le gustaría guardar ese dibujo para no olvidar a su amigo caballo. Y así lo hicimos.
En algunas oportunidades, jugar con el arte y la nostalgia puede ayudarnos a abrir distintas aristas de nuestra experiencia.
Si leen el artículo sobre mi libro Legados de Amor, podrán observar que la nostalgia permitió recorrer los distintos objetos narradores para hilarlos y generar una nueva narrativa.
Conectarse con la historia que cuentan los objetos de la infancia, llevó a que se puedan mirar desde el presente, dándole a cada etapa de vida un sentido actualizado.
Es posible entonces trabajar con objetos que despierten nostalgia, hacer collage con ese sentimiento, o armar una caja de arena.
Esta niña, por ejemplo, decidió armar una caja de arena de la nostalgia:
“Yo me acuerdo cuando vivíamos en otra casa y teníamos un auto viejo, era hermoso. Papá nos llevaba a dar vueltas por el campo. Le voy a poner muchos muñecos poderosos para que me ayuden a guardar este recuerdo”.

Fue muy importante para esta niña recordar ese aspecto de su padre. También le permitió conectarse con la naturaleza en donde vivían. Esto llevó, además, a la posibilidad de contemplar la naturaleza como recurso en el presente.
Es necesario ayudar a desmitificar a la nostalgia, en tanto podamos visitarla y regresar al presente. Como si fuera un puente que nos permite visitar el pasado y regresar fortalecidos. Esa fortaleza puede hacer hincapié en la conexión que tenemos con las personas, en la valoración de momentos agradables que hemos vivido, o bien hilar a partir de la ausencia de una persona o experiencia, con lo que hoy existe a partir de esa ausencia.
Cuando lo trabajamos a nivel familiar, ayudamos a buscar en la familia códigos comunes, experiencias de resiliencia familiar, anécdotas que permiten observar las fortalezas familiares.
Existen muchas maneras de explorarla con la familia. Desde hacer un dibujo de ella entre todos los miembros familiares, usar colores y pintura abstracta para llegar a identificarla, buscar fotos, un objeto o varios que tengan en sus casas y pedirles que hagan una instalación con esos objetos. Esta última intervención suele ser muy poderosa porque tanto en el proceso como en el resultado, la familia se ve atravesada por este sentimiento de manera que les permite valorar su presente.
Me gustaría hacer énfasis en que la alegría de lo vivido puede ser un gran recurso para fomentar el agradecimiento. Podríamos hacer un cuaderno del “gracias” a partir de lo que descubrimos con la nostalgia.
¿Qué te gustaría “nostalgiar” para valorar tu presente?
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