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  • Foto del escritorPaula Moreno

Cuentos enrollados: Una intervención clínica



Hace muchos años atrás, sin saber que tomaría la forma actual, tuve una idea: le regalé a uno de mis hijos una carta. La misma estaba hecha en un pliego de papel calco de varios metros de largo, todo enrollado.


En ese papel tipo pergamino, fui desplegando mi carta. En un extremo el rollo y en el otro el papel en blanco listo para recibir mi arte. La historia que se iba desenrollando allí estaba llena de dibujos, fotos, pinturas, aromas, y objetos.


Así fue que esa historia hecha carta se fue enrollando y desenrollando. Cuando mi hijo la recibió, no cabía en su asombro y en la diversión de ir descubriendo lo que venía detrás de lo enrollado. Pudo ir y venir en el rollo hecho cuento/carta para encontrar significados. Fue uno de los regalos más hermosos que pude ofrecerle.


A partir de ese momento comencé a utilizar ese recurso en las sesiones terapéuticas con mis pacientes. Lo llamé : “historias enrolladas” o “cuentos enrollados”.


La posibilidad de hacer una historia en un rollo nos contacta con el arte en primera instancia.

Nos permite buscar las hojas que vamos a enrollar, su textura y sus colores, como así también el ancho y el largo de las mismas.


Me gusta compartirles a mis pacientes niños, niñas, adolescentes o adultos, la historia de la carta de mi hijo.


En segundo lugar, les presto un cuento que tengo en forma de rollo para explorar la sensación de enrollar y desenrollar.


Enrollar: darle forma de rollo a algo, maravillar, encandilar, maravillar a una persona.

Plegar algo sobre sí mismo a través del rodamiento, extenderse demasiado, enredar.


Suele ser muy divertido indagar en todos estos significados, al tiempo que buscamos en nuestro cuerpo las sensaciones asociadas al movimiento de dar vueltas en cilindro al papel. La posibilidad de crear en ese rollo una historia suele ser un proceso muy interesante. La invitación es: crear un cuento, escribir sobre nosotros mismos, escribir una carta a alguien, o escribirnos una carta a nosotros mismos.


La diferencia de una carta que no esté enrollada es que podemos ir y venir en el rollo para encontrar pistas, para agregar o sacar partes. Podemos abrir el rollo por un extremo o por el otro.


Es una invitación a la sorpresa y a encontrar aquello que no esperábamos. El hecho de que la historia se encuentre enrollada, nos da la sensación de desovillar, de desenredar. Cuando estamos haciendo este ejercicio, suele ser importante ofrecer la posibilidad de leer esa historia con nuevos ojos cada vez que la desenrollo.


Si lo estamos utilizando con niños /as que han sufrido situaciones de trauma, se convierte en la posibilidad de crear una narrativa nueva a lo vivido, de no temer a la sorpresa sino poder conectarse con la alegría del descubrir.


Tenemos que estar atentos si en el proceso aparecen temores, recuerdos traumáticos o falta de seguridad. En la mayoría de los casos, el hecho de trabajar en un papel y a través del arte, genera las condiciones de calma necesaria.


Por otra parte, el hecho de que el rollo se despliegue, nos habla de cierto movimiento, de la posibilidad de que haya cambios, de que algo se despliegue.


Es esencial que cuando el niño o niña o el adulto está desplegando su historia enrollada, podamos guiar el proceso de sentir el movimiento. Incluso podemos ir y venir en este baile entre el papel y nuestro cuerpo que se enrolla o desenrolla a la par del cilindro.


Otra manera de explorar esta técnica es escribir esta historia o carta en determinado momento y abrirla más adelante. Así se podrá trabajar con el antes y el después. Elegir el momento para abrirla suele ser un gran desafío.


Suele ser muy reparador, hacer una historia enrollada para dialogar con algún aspecto propio que lo necesite. Ya sea que estemos trabajando desde las intervenciones propias del abordaje de síntomas disociativos o si estamos trabajando desde el modelo de Terapia Centrada en la Compasión.


Por ejemplo, podemos escribirle una historia enrollada desde nuestro yo compasivo a un aspecto temeroso nuestro. Tal vez le sea útil para ese paciente contar en la historia, a medida que se despliega, el motivo por el cual su cerebro reaccionó con miedo y ofrecerle palabras de consuelo, hasta nuevas ideas para enfrentar lo que sea que haya que enfrentar.


Ofrecer la posibilidad de que la carta enrollada tenga elementos que contacten con los aromas o las texturas, pueden servir de aliados para generar la sensación de enraizamiento y calma.


Una niña había hecho un cuento enrollado para un aspecto de ella que sentía mucha ansiedad. En ese desplegar del rollo pudo ir pegando aquellos elementos que le servirían para calmarse: plumitas, una flor seca con esencia de lavanda, el envoltorio de su caramelo favorito, una foto de su mascota, unas palabras de calma escritas en forma de poema.


Cuando trabajamos con pacientes con sintomatología disociativa, podemos utilizar este recurso para generar co conciencia entre los estados disociados. Tal vez podamos hacer una historia enrollada con cada aspecto, con las características de cada uno y generar un diálogo interno utilizando los distintos rollos.


Existe la posibilidad de utilizar las historias enrolladas en las intervenciones familiares.

Ya sea porque algún miembro de la familia quiere escribirle una historia a otro, o porque juntos crean el proceso de la historia enrollada.


Esta intervención permite que se generen lazos más amables entre los integrantes de la familia, desarrollando la mentalización, en el sentido de pensar en el otro y aquello que necesita y desplegarlo en el rollo.


Cuando la familia crea junta el cuento enrollado, se facilitan procesos ligadas a el respeto por los tiempos del otro, a la búsqueda de acuerdos para elegir el material o para la escritura, el desarrollo de la paciencia para esperarse y comprenderse en el proceso de crear juntos.


Estas historias pueden a su vez incluir dibujos, creaciones con masa, fotos, objetos, elementos de la naturaleza, y todo aquello que contribuya con el armado de la narrativa. Por lo tanto, es posible que lleve varias etapas. La de búsqueda de material, el armado del rollo, la lectura, los ir y venir en el rollo, el agregar o sacar lo que haga falta.


Las historias que se enrollan nos abren una puerta a desplegar una narrativa alternativa, donde esté habilitado entrar y salir de la historia, meternos por un lado o por otro, preparar sorpresas debajo de un pliego, movernos por el papel y la narrativa.


Las historias enrolladas son rituales donde el arte y la escritura son los invitados y los anfitriones.


Había una vez una rollo listo para…


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