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  • Foto del escritorPaula Moreno

Una forma de meditar: Vení que te cuento

La propuesta es escuchar el cuento con todos nuestros sentidos. Los seis sentidos, el olfato, el oído, el tacto, la vista y el corazón.

Dejar que el cuento se escurra por nuestra alma y preparar la escucha para la guía.

Cuento: "Cajas Chinas de Maro & Mara". Ed Albatros.


Vamos a recorrer las páginas de este cuento primero con la mirada. La invitación es a recorrer los colores, los que son más oscuros, los más claros, el límite entre esos colores, los contornos. Podemos empezar a notar que ocurre dentro nuestro cuando los miramos.


Tal vez me detengo en alguna imagen, porque resuena en mí o porque es una bella ilustración o porque me trae un mal recuerdo, o simplemente no ocurre nada cuando la miro. Puedo estar atento/a, si surgen sentimientos mientras recorro las imágenes, sensaciones corporales.


Puedo notar que las imágenes son distantes a mi cultura o no entiendo lo que transmiten, o tal vez esté cercano a mi mundo por otros motivos. Simplemente lo noto.


Puedo notar mi clima emocional al recorrer cada imagen, como así también las letras y sus colores, cómo están diagramadas, si hay colores entre ellas, o si aparece algún dibujo que las adorne.


Puedo detenerme en las palabras escritas con otro color y notar qué ocurre en mí cuando las leo y aparece la traducción de esa palabra.


Puedo hacer zoom a algún detalle. La invitación es a mirarlos, contemplarlos, buscarlos, sorprendernos, recorrer la hoja, explorar. Puedo notar el silencio que aparece escrito entre cada palabra y entre las palabras y las imágenes. Noto cómo resuena en mí.


Puedo detenerme en la carta final que aparece en el libro y notar qué sentimientos y sensaciones físicas aparecen en mí, cuáles son mis pensamientos, recuerdos. Simplemente los noto. Tal vez recuerdo alguna carta que recibí o escribí. Tal vez tengo ganas de enviar una carta. También puede aparecer indiferencia ante las cartas o incluso rechazo.



Ahora me dispongo a cerrar los ojos y escuchar la voz que narra. Recuerdo que la invitación es a escuchar con mis seis sentidos.



Ahora tomo tres respiraciones profundas de limpieza para dejar que el cuento me recorra.

Vamos a ayudar a que nuestra mente se asiente. Podemos elegir un ancla para ayudar a nuestra atención a que descanse. Puede ser la respiración, los sonidos del ambiente o los puntos de apoyo de nuestro cuerpo. Cualquiera sea el ancla que elija, sabemos que podemos volver a ella tantas veces como nuestra atención lo requiera. Cuando notamos que estamos distraídos, con mucha amabilidad invito a la atención a descansar en el ancla que elegí.


Podemos asentar nuestra mente de esta manera por 5 minutos.

Ahora vamos a invitar a nuestra imaginación a crear algunas imágenes que nos permitan contactarnos con nuestro corazón. No importa si las imágenes no son muy buenas, lo importante es que se conviertan en un puente para crear las condiciones para acercarme a la calma y resonancia con mi propio corazón.


Imagina que en el centro de tu corazón hay una cajita. Imagina el color, el tamaño, los tonos, la textura. Es una cajita donde guardarás tesoros, así que es una pieza muy especial para vos.


Incluso puede tener aroma. Tómate unos minutos para imaginar esa caja.

Ahora busca en tu mente aquellos recursos que encuentras en tu corazón. Aquellos que hancen que seas la persona que sos. Tal vez tu capacidad para escuchar a otros, tu alegría al disfrutar una canción favorita, tu capacidad para cocinar una comida que te gusta, tu ingenio para resolver acertijos, o la calma que encuentras en pintar con crayones un mandala. Busca recursos pequeños, de todos los días.


Nota lo que sientes al conectarte con ellos y guárdalos en tu caja cerca de tu corazón. Deposita en la caja uno por uno. Con mucho cuidado y amorosidad. Tómate tiempo. Contempla cada uno de ellos. Tal vez surjan sentimientos de agradecimiento por poseer esos recursos o por haberlos cultivado.


Imagina ahora qué recursos necesitas y aún no los has encontrado. Tal vez la paciencia, la ecuanimidad, contactarte con la naturaleza, ser más asertivo.

Imagina que en la misma caja hay espacio para tus recursos y tus necesidades. Siente ese espacio en la inmensidad de tu caja corazón.


Ahora imagina que puedes encontrar entre los tesoros que guardaste en tu caja, alguno que ayude con esa necesidad que tienes.


Permítete prestarle a tu necesidad un recurso.


Si necesitas en este momento encontrar nuevos tesoros para tu caja, puedes hacerlo. Tal vez un recuerdo cotidiano: la sonrisa de algún ser querido, el paseo entre los árboles de otoño, las nubes formando formas en el cielo, tu mascota esperándote llegar a casa, o cualquier recuerdo que te colme de paz y calma.


Ofrécele ahora nuevamente a tu necesidad un recurso para ser calmada.


Puedes repetir:

  • Que sea capaz de conectarme con mi caja de recursos cerca de mi corazón

  • Que pueda tener la sabiduría para acercarme a mis necesidades.

  • Que pueda conectarme con la fortaleza de mis recursos.


Repite estas frases tantas veces como lo necesites.


Siente la presencia de esta cajita cerca de tu corazón. Nota cómo se llena de luz cuando iluminas la conciencia y depositas la atención en el centro de tu pecho, cerca del corazón.

Puedes quedarte un rato allí y cuando tu cuerpo te diga que es suficiente, podemos abrir los ojos y agradecer por el tiempo que dedicas a esta práctica.

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